Desde
hace algunos años se percibe una significativa reducción del
número de nuevos edificios con revestimientos cerámicos en
sus fachadas. Sin duda, el uso del material cerámico como
una de las opciones capaces de conferir una imagen de mayor
distinción y relevancia frente a otras soluciones a base de
revestimientos continuos o, incluso, de ladrillo visto, ha
sufrido un claro retroceso. Por otra parte, son cada vez más
abundantes los técnicos, promotores y constructores que, a
pesar de la presión de los compradores y usuarios, evaden
cierto tipo de aplicaciones, tales como, por ejemplo, los
pavimentos cerámicos interiores, optando por otros materiales.
Es
probable que los motivos de estas situaciones sean de muy
diversa índole. Sin embargo, se constata que uno de ellos
destaca sobre los demás: la desconfianza de los potenciales
clientes hacia ciertas aplicaciones de dichos productos por
los reiterados problemas que ocasiona su deficiente comportamiento,
en forma de desprendimientos o roturas, en períodos de tiempo
excesivamente cortos.
Conocer
y analizar las causas que se hallan en la base de esta problemática,
así como las de los otros factores que puedan incidir también
sobre el actual nivel de demanda de productos cerámicos, se
apunta como una necesidad cada vez más perentoria. Es preciso
saber los verdaderos motivos que originan situaciones tales
como la carencia de adherencia del material cerámico o del
material de agarre a su sustrato, o roturas bajo los efectos
de movimientos térmicos o reológicos.
¿Son
las condiciones de colocación las únicas determinantes cuando
se producen estas situaciones?. O, planteado de otra forma:
¿Por qué resultan insuficientes las garantías de fabricación
de los productos utilizados y unas prescripciones técnicas
rigurosas para asegurar un resultado final exitoso y duradero?
¿Es
suficiente la información existente sobre la influencia de
las características de deformabilidad de algunos tipos de
elementos constructivos y su compatibilidad con las de los
materiales cerámicos colocados con junta delgada y gran formato?
¿Es preciso establecer límites de aplicación que reduzcan
el riesgo de disposiciones incorrectas? ¿Es preciso disponer
de sistemas de colocación más específicos?
¿Puede
haber aspectos relacionados con las propias características
de las piezas o con las recomendaciones al uso para su colocación
que deban revisarse para mejorar los resultados?
¿Qué
hacer para disponer de mayores certezas en relación a estas
cuestiones?
¿Cómo
plantear, de forma realista, un procedimiento para conseguir
una mayor fiabilidad de las aplicaciones que abarque todo
el proceso, desde su fabricación hasta su colocación final?
De
todas formas, cabe interrogarse también sobre los otros aspectos
que pueden tener incidencia en el creciente desencuentro apuntado
en el uso de la cerámica en arquitectura. Aspectos de perfiles
variopintos, variables y más o menos fugaces, como los siguientes:
¿Hasta
qué punto nos hallamos en uno de los periodos en el que las
aplicaciones cerámicas han perdido vigencia como recurso de
expresividad formal? ¿Es posible iniciar estrategias de imagen
que consigan marcar un punto de inflexión en las tendencias
actuales?
O
bien: ¿hasta qué punto los nuevos materiales y los nuevos
recursos formales que ofrece actualmente la industria de la
construcción están desempeñando ya ahora o pueden representar
en el futuro un rol alternativo al uso de la cerámica para
estas aplicaciones?
Éstas
son las cuestiones que se abren al debate y a la discusión,
con el objetivo y la esperanza de obtener el máximo de respuestas
posibles, y en todo caso, de abrir nuevos caminos que permitan
un renovado y anhelado reencuentro entre el mundo de la arquitectura
y el de la aplicación de los productos cerámicos.
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